Por una comunicación científica abierta y equitativa para un futuro más inclusivo
1. A mediados de 2019, la Association of College and Research Libraries (ACRL-ALA) anunció la publicación del informe Open and equitable scholarly communications: creating a more inclusive future. Se trata de una agenda para la investigación-acción que ayude a las instituciones implicadas en tareas de comunicación científica, pero sobre todo al personal de las bibliotecas universitarias y de investigación que se dedique, en parte o en todo, a ellas en la identificación de los problemas actuales del sector que hay que tratar de solventar y las posibles vías de solución mediante una política de análisis e indagación sostenida.
2. El alcance de este informe resulta más amplio y novedoso que el de planteamientos anteriores sobre la comunicación científica, ya que las definiciones al uso de «comunicación científica» se centraban en los resultados de investigación, tales como entender cuestiones en relación con la digitalización o con los modelos de pago para la distribución de contenidos digitales. Hoy en día, se reconoce que la comunicación científica comienza con el proceso mismo de creación del producto (investigación, redacción, colaboración); continúa a través de la producción, distribución y evaluación del producto; e incluye su sostenibilidad. El concepto operativo de comunicación científica y de entorno de investigación que en el informe se aplica incluye todos los pasos que un investigador sigue, desde comenzar un nuevo proyecto de investigación y conseguir la financiación, pasando por la recogida y análisis de los datos, por la redacción, edición y publicación del trabajo en un formato y soporte concretos de los muchos ahora disponibles, hasta tener la obra compartida y distribuida por todo el mundo, incluyendo su posibilidad de recuperación y/o preservación para uso de los demás.
3. El informe se alinea con el compromiso estratégico de la ACRL-ALA con todas las cuestiones relacionadas con la apertura, la inclusión y la equidad, conceptos que se definen, a los efectos del informe, como sigue:
- Apertura se refiere a la erradicación de barreras al acceso, especialmente a las herramientas de producción de contenido científico y a los resultados del trabajo.
- Inclusión se refiere a (1) crear oportunidades para una mayor participación en sistemas, instituciones y procesos implicados en crear, compartir y consumir investigación, y (2) erradicar barreras que puedan dificultar tal participación.
- Equidad se refiere a asegurar que sistemas, instituciones y procesos funcionan de una manera que demuestra ecuanimidad, imparcialidad y objetividad en todas sus prácticas.
4. Además de señalar los retos más importantes de la comunicación científica para todos los ámbitos implicados en la misma, y no solo para las bibliotecas universitarias y de investigación, el informe se propone específicamente animar a todo el personal de este tipo de bibliotecas a que identifique activamente las cuestiones clave que necesitan más estudio y análisis y a que se lleven a cabo proyectos de investigación-acción en los que se conjuguen, de forma participada, la acción con la reflexión y la teoría con la práctica concreta en entornos específicos.
5. Sentadas estas premisas, la agenda para la investigación se estructura en tres grandes apartados: Personas: adopción de la diversidad y la inclusión, mejora de la vida laboral del personal implicado en la comunicación científica, y aumento de la comprensión de los derechos de los creadores. Contenidos: reconsideración de lo que debe «contar» a la hora del reconocimiento y de la recompensa, así como de la mejor manera de medirlo, y creación de colecciones más representativas y abiertas. Sistemas: apoyo a una infraestructura tecnológica escalable y sostenible, creación de sistemas que permitan más y mejor acceso a más personas, financiación y organización más alineada con la misión institucional, y aumento de la innovación en las bibliotecas universitarias y de investigación.
6. Para cada uno de esos grandes apartados, se describen áreas de progreso detectadas, posibles acciones prácticas y nuevas líneas de investigación, con listas de comprobación de cuestiones a abordar y ejemplos de proyectos para cada una de ellas. Para el apartado de Personas, las áreas de progreso incluyen el compromiso de las organizaciones profesionales con la diversidad y la inclusión, la mejora de la formación de los creadores en temas de derechos de autor, el respeto a los contenidos de patrimonio cultural de grupos y minorías y a la disponibilidad en abierto de datos públicos, y el aumento de activismo de las bibliotecas en temas de justicia social. Y entre las nuevas líneas de investigación, bajo el epígrafe «Adoptar con entusiasmo la diversidad y la inclusión», se propone mejorar la representación de los diversos grupos de personal en las bibliotecas, y crear unos grupos de trabajo más amplios para la comunicación científica. Bajo el epígrafe «Mejorar el entorno laboral de la comunicación científica», se trata de crear incentivos para la participación, o entender los costes de la mano de obra dedicada pero no reconocida o infrarrepresentada. Y para el epígrafe «Aumentar los conocimientos sobre los derechos de los creadores», el enfoque de la investigación se dirige a la retención y protección de los derechos intelectuales, o a los ámbitos en los que son de aplicación limitaciones de acceso, por ejemplo, a las formas tradicionales de conocimiento de determinadas comunidades y grupos sociales.
7. Para el apartado de Contenidos, las áreas de progreso detectadas incluyen el estímulo a la comunicación abierta y el aumento de la transparencia, la toma en consideración para la carrera docente e investigadora de diferentes tipos de producción científica, experimentación en nuevas formas de evaluación, o directrices sobre mejores prácticas en las publicaciones de las bibliotecas. En cuanto a las nuevas líneas de investigación, para el epígrafe «Reconsideración de lo que debe “contar”», hay que investigar sobre los sesgos implícitos y explícitos, o sobre la creación de métricas basadas en una expansión de los valores a medir; para el epígrafe «Creación de colecciones más abiertas y representativas», hay que asegurar la diversidad de las colecciones, o aplicar estrategias eficaces para reconsiderar los derechos de autor.
8. Y en cuanto al apartado de Sistemas, las áreas de progreso tienen que ver con la infraestructura digital (escala, repositorios, estándares, accesibilidad para discapacitados, innovación, apoyo a la toma de decisiones), y la sostenibilidad y los modelos de negocio (financiación del acceso abierto, financiación colectiva). En este caso, las nuevas líneas de investigación pueden dirigirse, bajo el epígrafe «Apoyo a una infraestructura tecnológica sostenible», a determinar la escala y alcance adecuados, o a gestionar los datos de investigación y potenciar su descubrimiento; y, bajo el epígrafe «Creación de sistemas que permitan más acceso a más personas», las investigaciones habrán de centrarse en facilitar mayor y mejor acceso a las personas con discapacidades, o en diseñar sistemas centrados en los usuarios y en la audiencia. Para el epígrafe «Creación de sistemas de financiación y de organización en línea con la misión institucional», crear modelos de negocio en apoyo específico de la comunicación científica, e invertir en infraestructuras que sean propiedad de la comunidad. Finalmente, bajo el epígrafe «Promover la innovación en las bibliotecas universitarias y de investigación», se trata de investigar sobre cómo estimular la innovación tecnológica y el desarrollo continuo, o cómo dirigir la transformación dentro de las bibliotecas.
9. Para resaltar la naturaleza práctica de este informe, como instrumento para la reflexión y para la acción dentro de las condiciones y posibilidades específicas de cada biblioteca, vamos a ofrecer la traducción exacta de dos listas de comprobación de cuestiones a suscitar; la primera para el apartado Personal, epígrafe «Creación de unos grupos de trabajo más amplios para la comunicación científica»:
- ¿Existe una comprensión compartida sobre la definición de «comunicación científica» entre la profesión? ¿Quién se dedica a estas tareas? ¿Quién no?
- ¿Dentro de la organización de la biblioteca se valora más el trabajo de quién, y por qué? ¿Cambia la respuesta a esta pregunta dependiendo de a quién se le pregunta y de la posición que esa persona ocupa en el organigrama? ¿Quién define el «valor»?
- ¿Cómo interactúan con el sistema de comunicación científica los trabajadores de la biblioteca? ¿Existe algún tipo de barrera en relación con quién puede investigar y publicar? ¿Cuáles son esas barreras y cómo se las podría superar?
- ¿Cómo coordinan las diferentes unidades de la biblioteca sus esfuerzos y tareas relacionadas con la comunicación científica? ¿Quién dirige ese esfuerzo de coordinación? ¿Cuál es la función de la dirección de la biblioteca en ese esfuerzo? ¿Puede mejorarse esa coordinación?
- ¿Cuál es –o debería ser– el rol de los consorcios y asociaciones profesionales a la hora de ampliar la definición de la comunicación científica? ¿Cómo podrían estar mejor conectadas entre sí estas redes de profesionales?
Y la segunda lista de comprobación para el apartado Contenidos, epígrafe «Creación de métricas basadas en una expansión de los valores a medir/evaluar»:
- ¿Qué aspecto tendría un nuevo sistema de evaluación? ¿Qué clases de evidencia podrían crearse o adoptarse para hacer posible el éxito de este nuevo sistema? ¿A qué se parecería ese éxito?
- ¿Qué tipos adicionales de productos intelectuales habría que considerar como parte de la evaluación de la producción de un científico? ¿Existen tipos de contenidos que podrían ser reconocidos y que, sin embargo, ahora mismo no lo están (p. ej., conjuntos de datos, software, exposiciones, actuaciones, prepublicaciones, recursos educativos en abierto (REA)? ¿Cuáles son las barreras de las comisiones de promoción académica para cambiar las prácticas de evaluación? ¿Cuáles serían las estrategias para vencer esas resistencias?
- ¿Cuáles son los valores específicos dentro de la profesión ByD que podrían servir de base para un sistema de promoción basado en los valores dentro de la profesión? ¿Cuáles son los retos específicos dentro de la ByD a la hora de poner en práctica este cambio? ¿Cómo pueden ser afrontados y superados esos retos?
- ¿Cuáles serían las vías más eficaces para que el personal de las bibliotecas pueda incidir en estos cambios en la universidad, fuera del campo de la ByD?
- ¿Existen disciplinas que podrían ser pioneras a la hora de reconocer y premiar la apertura, la inclusión, la equidad y otros valores? ¿Qué planteamientos serían posibles para llevar a cabo el cambio en esas disciplinas? ¿Qué debates locales, regionales, nacionales e internacionales harían falta? ¿Y entre quiénes?
- ¿Qué asociaciones y organizaciones profesionales aparte de las de ByD están afrontando estos mismos debates, y cómo podrían los bibliotecarios abogar por estos cambios en la evaluación para la promoción en esos ámbitos?
10. La naturaleza eminentemente práctica (y fácilmente replicable en otros entornos y contextos) de este informe de 33 páginas se ve potenciada gracias a los diversos apéndices que se incluyen en las más de 90 páginas restantes. De entre ellos se destacan el número 2, una detalladísima «Request for proposals» que muy bien podría servir de modelo para la elaboración de propuestas de proyectos del más diverso tipo; el apéndice 3, Metodología (revisión bibliográfica; consultas a la comunidad –seminarios web, consultas a expertos y grupos focales–; talleres; encuestas en línea; revisión por pares); el apéndice 5, guía de trabajo para los grupos focales; los apéndices 7 y 8, resultados completos de la encuesta en línea, con inclusión del texto completo de las preguntas y de las respuestas alternativas; y, por supuesto, el apéndice 9, con las lecturas recomendadas, anotadas y cribadas para cada apartado y epígrafe.
11. En conclusión, resultará muy útil leer y consultar este informe como un intento de sistematización de las posibles y necesarias aportaciones de las bibliotecas universitarias y de investigación al ecosistema siempre cambiante de la comunicación científica, así como a la concienciación de las autoridades académicas y de la comunidad universitaria y científica en su conjunto sobre la imperiosa necesidad de descubrir y fomentar sinergias para afrontar de forma cabal y coordinada los retos de este sector de actividad cuya importancia cada vez resulta más capital para la buena gestión y la imagen institucional y, en definitiva, para el beneficio de sus miembros y de la sociedad que financia la investigación y la educación.
12. Una vez más se confirma la evidencia de que es desde los entornos de las bibliotecas universitarias y de investigación desde donde suelen sacarse a la luz pública y a la reflexión de la comunidad académica y científica problemáticas transversales que necesitan una gestión lo más holística y coordinada posible. Fue el caso de la alfabetización informacional, por ejemplo, a través de las diferentes normas y marcos aprobados y difundidos por las distintas asociaciones profesionales, en los que se hacía hincapié sobre todo en la necesidad de planteamientos globales pero insertos en los planes de estudios y ajustados a los diferentes estadios educativos y a las diferentes titulaciones y para las disciplinas y asignaturas concretas.
13. Hilo que nos lleva a lo que parecería un olvido imperdonable en este informe: a pesar de que a partir de una somera lectura se puede comprobar inmediatamente que muchas de las reflexiones y propuestas incluidas en el informe tienen mucho que ver con todo el ciclo de la alfabetización informacional (desde el acceso a la información científica, su utilización ética para el aprendizaje y la investigación, hasta la producción y difusión de resultados por los modos y medios más variados), sin embargo no hay ninguna referencia directa y primaria a ella ni dentro del texto ni entre las fuentes adicionales utilizadas para pergeñar el proyecto. Tendríamos que ir a las primeras páginas (93-94) de las lecturas recomendadas en el apéndice 9 para descubrir un informe del año 2013 de la ACRL-ALA sobre Intersections of scholarly communication and information literacy: creating strategic collaborations for a changing academic environment, y para saber, gracias a la anotación en la página 94, que se trata de uno de los dos informes de la ACRL-ALA que aportan la base del informe de 2019 objeto de esta reseña. Nunca debería darse por sentado, sin más, que todo el mundo vaya a darse cuenta de lo obvio. (Es justo y saludable, y nos honra como profesión, dejar constancia de que en este blog ya se hizo eco de este informe de 2013 nuestra querida colega Nieves González). Y es que la evolución en el ecosistema de la comunicación científica a lo largo de los últimos años ha convertido en cada vez más ineludible esa colaboración estratégica entre ambas esferas de actividad institucional. Y aquí hay un ejemplo de la rapidez con la que los colegas británicos, por ejemplo, han respondido a las llamadas de atención de 2019 sobre esa intersección.
14. Para finalizar, mientras sí mientras no, a la espera de que se llegue a un porcentaje mínimamente aceptable de esa coordinación e incluso integración de las principales unidades de gestión académica que tienen que ver con la agenda de la comunicación científica, podemos hacer un seguimiento de lo que se cuece cada día en este ámbito en The Scholarly Kitchen, donde colegas como Roger C. Schonfeld (bien conocido en este Blok de BiD) nos servirán magníficos platos, por ejemplo, con lo que están haciendo las grandes editoriales científicas para ganar la novísima carrera del modelo de comunicación académica centrado en el investigador, o como Lisa Janicke Hinchliffe, quien nos aclarará por qué los bibliotecarios están preocupados con ese Get Full Text Research (GetFTR), o qué es eso de una «revista transformativa». Así es que, hablando de platos y de cocinas, ¡que aproveche!
Publicado originalmente en: http://www.ub.edu/blokdebid/es/content/por-una-comunicacion-cientifica-abierta-y-equitativa-para-un-futuro-mas-inclusivo